Isabel Díaz Alanís: Ya está en casa

LA CRÍTICA E INVESTIGADORA LITERARIA IRRUMPE EN EL ÁMBITO EDITORIAL CON EL MEMOIR “NO HAY NADIE EN CASA”, PUBLICADO POR DHARMA BOOKS EN 2022.

La portada lo anuncia y las primeras líneas lo dejan claro: un durazno que se queda en la mesa de su cocina es el culpable de que la narradora de No hay nadie en casa no la pase nada bien al salir de viaje. Ese frutal detalle es suficiente para que la travesía de la protagonista hacia otros países se convierta también en una honda reflexión y revisión de la vida. Lo anterior, con tan solo anunciarlo se antoja para que enseguida se despliegue una sabrosa -auto- ficción. Pero Isabel Díaz Alanís opta por contar, con el durazno como punto de partida, la realidad y la verdad de lo que vino despúes. O, al menos, su realidad, su verdad, porque todo lo que se cuenta en esta crónica autobiográfica, que es el primer libro de su autora, sí sucedió. O al menos, le sucedió a ella.

Crítica e investigadora oriunda de Monterrrey y afincada en Estados Unidos, Isabel empezó a escribir este texto en 2016, “partiendo de un evento que el libro relata en las primeras páginas, no es un espóiler: repruebo un examen muy importante en el doctorado que estaba haciendo en Estados Unidos y eso me lleva a un momento de desajuste en mi vida. Por una invitación de la revista Los Bárbaros escribí la primera parte, la del durazno que era una especie de oráculo del mal, una metáfora de lo que me estaba pasando. No sé si entonces pensé en un libro: no había escrito nada de esa extensión, solamente cuentitos y poemas”, le platica a La IndiePedia.

Para que pudiera publicarse en 2022, además de una pandemia ocurrieron dos estancias de Isabel en Casa Octavia, la residencia para escritoras que coordina la escritora sonorense Sylvia Aguilar Zéleny en El Paso, Texas. En 2017 Isabel estuvo allí durante dos semanas, en las cuales “me di cuenta de lo que podía ser el libro y de que éste tenía una comunidad de literatura: la no ficción. Sylvia me introdujo a libros como ella me introdujo a libros como The art of memoir de Mary Karr, que me dio muchas pautas y fue una gran pared para rebotar ideas y una guía para saber cómo manejarlas. Isabel salió de ahí con más claridades, pero fue hasta 2020 cuando concretó su proyecto, gracias a que nuevamente fue seleccionada para la residencia de Casa Octavia, ahora en colaboración con la editorial Dharma Books + Publishing, que ahora edita su memoir. “La beca me permitió tener un apoyo económico para poder viajar a El Paso, estar con Sylvia para tener ojos externos y sentir una conversación, porque cuando estás en soledad es bien fácil ahogarse. Estuve allí un mes y el libro terminó de encontrarse. En ese tiempo, Alaíde Ventura Medina estaba acabando un máster en escritura creativa y trabajaba con Sylvia, así que tuve el enorme beneficio de conocerla y tallerear el texto entre las tres”, evoca aún emocionada.

“Uno de los grandes aprendizajes de este libro es que, aún cuando hasta cierto punto escribes en soledad, tienes que entrar en comunidad y en comunicación para poder llegar al mejor puerto posible”

Isabel recuerda que gracias a la retroalimentación con Sylvia y a los libros de y sobre no ficción que leyó entonces, logró trazar un mapa de viaje que fuera claro, mas no aburrido a la lectura. “También ayudó que cuando hice ese viaje tomé muchas notas, no necesariamente pensando en un libro, sino para expresar mis sentimientos, así que sacaba la app de notas y me ponía a escribir. Regresar a esas notas y a los correos y a los materiales que te permiten volver a los lugares a los que estuviste para luego entrar en conversación con Sylvia y Alaíde me permitía definir qué tan casada estaba con una versión de lo sucedido y cómo podía darle vuelta a través de la escritura, a fin de que el viaje, que es lineal, se enriqueciera con las vetas del pasado, las especulaciones del futuro y las interpretaciones del presente que hay en la narración”.

Aunque en México resulta un término difícil de acomodar para las editoriales y las librerías, No hay nadie en casa -que está bajo la distribución de Océano– es un memoir, una crónica autobiográfica, un relato de hechos reales y verídicos. “Es una no ficción porque no hay nada inventado, pero hay diálogos que seguramente no recordé con exactitud. Pero es como yo lo viví”.

La etiqueta de memoir me gusta: gravito hacia ella, siempre en el entendimiento de que, si bien hay un compromiso con la verdad y con el decir las cosas como fueron, hay un reconocimiento de que estamos atravesados por nuestra subjetividad. Estoy segura que hay momentos que yo recuerdo de una manera y que otras personas me van a decir que no pasaron así. Y no es que esas personas o yo estemos mintiendo, sino que lo vivimos de distinta manera.

Durante la travesía para reconstruir su viaje, Isabel se acompañó, además de la ya mencionada Mary Karr, de otras autoras que han explorado el memoir y la no ficción -o la ficción basada en hechos reales- como Vivian Gornick, Bernadine Evaristo, Lidia Yuknavitch, Gabriela Wiener y Sara Uribe. “Son autoras que escriben con una franzqueza brutal, que aún así permite que haya humor, matices y ternura; son autoras que escriben desde su propia voz. Sé que mi voz es muy distinta, pero las admiro porque habitan su propio espacio y deciden que no quieren escribir como otra gente y quieren sonar a ellas mismas”.

Con No hay nadie en casa, Isabel Díaz Alanís hace sonar su propia voz, en la cual además de la evocación de un momento específico de su vida, resuenan la investigadora, la crítica y la conductora de podcasts. Junto a Sylvia Aguilar Zéleny conduce uno en el que comentan sobre literatura -principalmente de autoras contemporáneas- y su propia amistad: Inventario, que surgió en plena pandemia y, asegura Isabel, pronto tendrá una nueva temporada. “Cuando empezamos el podcast yo ya había empezado mi camino de encontrar mi oficio de escritora, -yo ya escribía, pero no tenía oficio-. Combinarlo con mi formación como académica o crítica literaria, combinar lo que sabes sobre historia o corrientes literarias con el proceso puro y duro de sentarte frente a una computadora o una libreta, te va haciendo más adepta para reconocer y agradecer los procesos”.

Con ello, Isabel puede estar tranquila, porque su escritura y ella llegaron a buen puerto. Isabel ya está en casa y no hay durazno que le impida seguir participando de la comunidad que ha encontrado.

Jólabókaflóð mexicano en 2022 (II)

EN VERDAD NO QUERÍAMOS HACER UN TOP DE LIBROS, PERO…

Hace un par de semanas acudimos a la Piñata Independiente, suscinta feria del libro que reunió alrededor de treinta sellos editoriales mexicanos. El evento demostró que hay interés de sobra por la labor y el catálogo de las editoriales independientes y que no estaría nada mal pensar en ampliarlo en tiempo y espacio. Otro encuentro que merece plena atención es Hojas de Cedro, que también hace un par de semanas concentró a otros hacedores de libros, fanzines y prints. Si bien es imposible que alberguen a todas las editoriales independientes, ambas reuniones suplieron con creces la ausencia de la Feria de Editoriales Independientes del Fondo de Cultura Económica, de la Muestra Editorial Alternativa de Librerías El Sótano y de la iniciativa El Pasillo de las Independientes en varias librerías de barrio.

En estos días -y a lo largo del año- hemos atestiguado las novedades de estos sellos y, en el espíritu del ya mencionado Jólabókaflóð, mencionamos aquellas que consideramos las más notables de este 2022. Los consignamos en estricto orden alfabético -porque algún orden habría que darle a este listado de fin de año que no es un listado de fin de año-:

Alacraña publicó los esperados ensayos autoreferenciales de César Tejeda, La compulsión autobiográfica, en coedición con Bookmate. Para celebrar los primeros 100 años del modernismo brasileño, Alias Editorial lanzó un paquete con las tres obras fundacionales del movimiento, bajo el título Resaca tropical, con traducción de Rafael Toriz. Analfabeta editó las viñetas autobiográficas del regiomontano Luis Panini, Los pánicos principales. Antílope presentó, en coedición con Surplus, Ciudadana. Una lírica americana de la poeta y ensayista jamaicana Claudia Rankine. En estos días caímos en cuenta que dos editoriales comparten nombre: Aquelarre de Tinta, que fiel a su espíritu LGBTQ+ acaba de lanzar el Poemario azul de la artista Cicatrices de Oro, mientras que Aquelarre Ediciones, fiel a su espíritu de traducción literaria presentó Resérvame el vals, única novela de Zelda Fitzgerald, traducida por la escritora chilena María Mozzochi.

Cantamares, también en defensa de la traducción literaria, sacó A punta de retratos del francés Yves Pagès. Casa Futura puso en la mesa los cuentos de Un pájaro en el ojo de Xóchitl Lagunes. En un muy prolífico fin de año, Dharma Books echó la casa con la ventana con las novelas La débil mental de la argentina Ariana Harwicz, La ciudad invencible de la uruguaya Fernanda Trías y Kramp de la chilena María José Ferrada, el memoir No hay nadie en casa de Isabel Díaz Alanís y la antología poética de Wallace Stevens a cargo de Hernán Bravo Varela La pequeña ignorancia. Ediciones Periféricas presumió 22 títulos publicados en 2022: destacamos la novela La gran broma de Babel de Daniel Escoto y las crónicas de Deshuesadero de Pepe Rojo. Elefanta volvió a aliarse con el Laboratorio Traduxit, ahora para los cuentos del cineasta Paolo Sorrentino, Tony Pagoda y sus amigos. Una nueva edición de los ensayos de Arquitectura del fracaso de Georgina Cebey apareció en Festina, mientras que la antología de autoras Materna estuvo a cargo de Didí Gutiérrez en Fondo Blanco. Grano de Sal celebró su 5o. aniversario con, entre otros títulos, Cómo ganar el Premio Nobel de Peter Doherty y Saramagia. Testimonios y recuerdos sobre José Saramago en su paso por México. También la queretana Gris Tormenta tuvo un muy próspero año con Editar Guerra y Paz de Mario Muchnik y los ensayos de La lengua es un lugar.

La artista y activista Margaret Randall está muy presente gracias a sus textos Pensando pensamientos y Nunca me fui de casa editados por Heredad. Impronta cerró el año con una imponente edición del ensayo plagie copie manipule robe reescriba este libro de Valeria Mata. Juan de la Cosa, proyecto que recién tuvimos el gusto de conocer, tuvo como novedad la poesía de Tatiana Lipkes en A pesar de todo. En Los libros del perro figuran los cuentos de Narra la piedra de Luis Olaf del Lago, las crónicas de El santo del crack de Ricardo Guerra de la Peña y la poesía de Ingrid Bringas en La casa no existe, mientras Malabar anduvo muy activa con los poemas de Filos y Casa – Tirante de Román Villalobos. Más poesía gracias a Malpaís con Las cuerpas de Tania Jaramillo, Mantis con Naturaleza muerta con moscas. Medicinas para quebrantamientos del halcón del peruano Eduardo Chirinos, en coedición con la UACM, y a Mangos de Hacha con La casa devastada del chileno Carlos Cociña. El diario de viajes de Antonio Pigafetta, Relación del primer viaje alrededor del mundo (1519-1522) en traducción de Laura Origa fue la novedad de Minerva.

Los cuentos de La canción detrás de todas las cosas de Gabriela Damián Miravete en Odo Ediciones, la poesía de Bonzo de Luis Alberto Arellano y Princesas para armar de Anaclara Muro en Palíndroma, los poemas de La Bestia Ser de Susana Villalba en Tabaquería y la edición artesanal del ensayo Su cuerpo dejarán de Alejandra Eme Vázquez a cargo de Una Habitación para Nosotras, forman parte del panorama editorial independiente de un 2022 que constató que el trabajo de estas pequeñas y medianas casas es justo y necesario como justas y necesarias son las iniciativas, demandas y luchas del gremio por tener el sitio, los derechos y los beneficios que corresponden a su quehacer.

Jólabókaflóð mexicano en 2022 (I)

NO ES UN TOP DE LIBROS DE FIN DE AÑO… PERO SÍ.

Con una taza de chocolate, en Islandia se disfruta la noche de Navidad leyendo libros. Eso es lo que se conoce como Jólabókaflóð. Pero también el término alude a la temporada de fin de año en la que las editoriales, en correspondencia con la tradición, liberan sus novedades más notables. En México nuestro Jólabókaflóð llega antes, en las cercanías de la FIL Guadalajara, aunque a decir verdad, en un país como el nuestro cualquier época del año es buena para las novedades editoriales.

Este 2022 el ámbito editorial mexicano se enfrentó, como muchos otros ámbitos, al retorno a la “normalidad”, a las presentaciones editoriales sin cubrebocas, a las ferias de libro sin límite de acceso y a la total apertura de las librerías. En este contexto, si de por sí el lanzamiento de una novedad en una editorial independiente es una proeza, en éste año bien podría considerarse un milagro cada título sacado de la imprenta.

De las diversas publicaciones que vieron la luz este año, son de destacar las de tres nuevas editoriales, que en este 2022 salieron al mundo: Esplín Tropical con los cuentos de Hermano ciervo del chileno Juan Pablo Roncone y las novelas argentinas Inclúyanme afuera de María Sonia Cristoff y El puente de las brujas de Juan Fernández Marauda; Ediciones Moledro con la antología Infancias, cuentos de Gabriel Rodríguez Liceaga en El sol ignora que haya velas, ensayos de Laura Sofía Rivero en Enciclopedia de las artes cotidianas y una nueva edición de El solitario Atlántico, para celebrar el centenario de Jorge López Páez. Apenas a mitad de año Librería Polilla abrió su segunda sede, en la Colonia Roma, para pronto ampliar el proyecto hacia Polilla Editorial, la cual abrió boca con los cuentos de Sofoco de la colombiana Laura Ortíz Gómez y con la novela de la chilena María José Navía, Kintsugi. Hablando de librerías, de una vez hay que decir que, en el mismo tenor de especialización en la literatura latinoamericana -y caribeña- en julio de este año se inauguró en Xalapa, Veracruz la librería El Entusiasmo.

Las editoriales ya establecidas enriquecieron el panorama libresco con sus novedades, algunas de las cuales salieron al mercado luego de uno o dos años de espera. Así, Almadía, además de iniciar actividades en España, asumir la dirección de la librería Casa Tomada y organizar la 42 Feria del Libro Oaxaca, presentó, entre otros, la novela La mirada de las plantas del boliviano Edmundo Paz Soldán, la novela Monkey boy de Francisco Goldman en traducción de Daniel Saldaña París, el ensayo Leer mata de Luna Miguel y dos antologías: la de crónica latinoamericana Mejor que ficción a cargo de Jorge Carrión (en una edición corregida y aumentada para celebrar su décimo aniversario) y la de escritoras pioneras de la ciencia ficción Mundos alternos, traducidas por el colectivo Falsos Amigos. Sexto Piso lanzó los Cuentos Completos de Jesús Gardea, la novelaza de David Markson La amante de Wittgestein, los cuentos Perras de reserva de Dahlia de la Cerda y la segunda novela de Brenda Navarro: Ceniza en la boca.

Ediciones Era por fin publicó la esperada nueva edición de De profundis de Oscar Wilde en traducción de José Emilio Pacheco y la vuelta a la poesía de Fabio Morábito con A cada cual su cielo. Cal y Arena puso en la mesa una nueva antología de relatos: El origen de todos los males. Madres y padres autoritarios y aprovechó la fiebre mundialista para presentar el compendio De futbol somos. Trilce sacó una nueva edición de Historia de una mujer que caminó por la vida con zapatos de diseñador de Margo Glantz y la investigación de Federico Rubi Kaiser sobre el evento contracultural Prometeo 71. Arte, pop y rock en Bellas Artes.

Volviendo a Guadalajara, Arlequín reunió en Letra bastarda las columnas periodísticas de su editor Felipe Ponce sobre el ámbito libresco en la mismísima Capital Mundial del Libro, mientras Paraíso Perdido se dio vuelo con la segunda novela de la ecuatoriana Natalia García Freire, Trajiste contigo el viento, la novela Nosotras de Suzette Celaya Aguilar y los cuentos de Prueba de resistencia de Bladimir Ramírez y Canciones de cuna para el fin del mundo de Majo Delgadillo. Textofilia cerró el año compartiendo la traducción de Nicolás Barbosa a la novela Suerte de la brasileña Nara Vidal.

Cerramos esta primera parte del recuento con la inauguración, apenas en noviembre, de Querida Librería, ubicada en pleno Centro Histórico de la Ciudad de México y especializada en venta y en eventos de poesía. También Siranda Librería Anticuaria abrió sus puertas a mitad de año en el ilustre barrio de Mixcoac, más precisamente en La Castañeda. Una librería en donde alguna vez existió un manicomio… vaya reflejo del mundo editorial en 2022.

Continuará…

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Por Enrique Saavedra, periodista cultural. Desde el barrio de Mixcoac para el mundo.

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